La culpa y el dolor


Esta semana tuve una sesión muy intensa con una paciente.
 


Descubrimos, haciendo un pequeño ejercicio de reconocimiento de una “anhedonia aprendida” que esta se relaciona con la culpa. Luego de hacer un recorrido por eventos críticos de su vida, llegamos a la conclusión y la relación que existía entre esta perdida de placer con la culpa y finalmente con un dolor oculto. Oculto para ella hasta ahora.


La culpa es un sentimiento terrible, genera angustia, nubla y sobre todo DETERIORA.


Es como llevar una carga sobre los hombros, habitar en una especie de patíbulo o purgatorio, donde finalmente nos encarcelamos a nosotros mismos, congelamos emociones y priorizamos de manera auto obligada otras.


Una especie de auto exilio, un castigo auto impuesto, pero en verdad no es tan voluntario como uno podría pensar.


Me he dado cuenta en mi experiencia terapéutica que la mayoría de las personas han vivido experiencias traumáticas asociadas a la culpa, han tenido padres irresponsables que los han cargado con palabras, emociones y sobre responsabilización, haciéndolos sentir culpables de dramas de adultos. Nada peor que eso, una bomba de tiempo, un calvario que el niño o niña va a tener que cargar en su adolescencia, juventud y adultez.


¿Donde está la trampa?


En que quién te debería proteger y amar te culpa, te pone en el banquillo de los acusados y finalmente tienes que lidiar toda una vida con la tarea de rebelarte y hacer una separación psicológica con tus padres para liberarte de la culpa.


Hay que tener voluntad, transitar por el dolor para finalmente mirar a nuestros cuidadores como lo que son: seres humanos imperfectos y dejar de esperar una especie de comprensión e incondicionalidad por parte de ellos que nunca va a llegar.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Mundo Salvaje

El hombre que pierde